“Fue duro sentir que me tenía que ir para seguir progresando”
María Cecilia Muñoz, joven flautista argentina radicada en Suiza, cuenta su experiencia de ganar el Concurso Internacional de Beijing y su vida lejos de su patria.
MARGARITA POLLINI
A los 28 años, la argentina María Cecilia Muñoz acaba de sumar un premio más a su carrera y un motivo de orgullo: el 3 de mayo pasado resultó ganadora del concurso de flauta “Aurèle Nicolet” de Beijing, una de las tres competencias más reñidas del mundo. Muñoz, que ya contaba con varios galardones, se impuso frente a participantes de más de 20 países. Pese a todo afirma a PERFIL desde Basilea, donde reside, haber vivido esta competencia con más tranquilidad que ninguna otra: “Tal vez yo me concentraba en hacer lo mío lo mejor posible. Son ámbitos en los que puede pasar todo, y son conceptos, tendencias y juicios de personas de todo el mundo, tenían que conjugarse muchas cosas para que saliera como salió”.
Con 18 años y un título obtenido en el Conservatorio “Julián Aguirre” de Bánfield María Cecilia se marchó a Basilea para proseguir su formación con Felix Renggli en la Musik-Akademie, donde se diplomó con honores en tres especialidades. “Para mí fue muy duro sentir que me tenía que ir para seguir progresando”, afirma, “entender que había tantos límites para la formación”. Su forma de mantener el contacto es viajar hacia aquí todo lo posible (por lo menos 2 veces por año) y participar en proyectos locales. El 25 de septiembre Muñoz se presentará en el ciclo de conciertos Pilar Golf en un recital junto a Fernando Pérez.
La flautista asegura que a pesar de adaptarse con facilidad a otros entornos y de ser muy buena su situación en Suiza nunca dejará de sentir ajenas ciertas cosas. “Nosotros tenemos una manera más cercana de relacionarnos, y acá parece que hubiera un protocolo para todo. Hay gente maravillosa con la que contar, como en cualquier lado, pero el contacto, sobre todo al principio, es muy formal y diplomático”.
Consciente de que no es tiempo de acotar su campo de acción sino de sumar experiencia, además de integrar la Orquesta Sinfónica del cantón de Jura (que dirige su compatriota Facundo Agudín) Muñoz integra un ensamble de música contemporánea, se presenta regularmente como solista al piano o con orquestas, brinda clases magistrales y da apoyo a los que buscan ingresar a la cátedra en la que ella se formó, en especial a los estudiantes argentinos, en los que puede reconocer algunos de los defectos que ella misma debió corregir.
“En nuestro país hay una falta muy grande de conciencia del trabajo técnico, está todavía la idea romántica del artista talentoso, se toca mucho repertorio con mucha intuición y sensibilidad pero con poca base técnica y estilística. Yo tuve que resolver todo eso con un trabajo muy intensivo, que al haberlo hecho de grande lo tengo muy fresco, tengo herramientas para saber cómo construir una rutina de estudios. Comprendo lo frustrante que es querer tocar ciertas cosas y no poder por no tener las herramientas técnicas. Intento darles herramientas de trabajo a largo plazo”.
Con una madurez asombrosa (seguramente la que le dio haber tenido que luchar desde muy joven por sus sueños en tierras extrañas), María Cecilia Muñoz no se detiene: sembrando música prosigue su camino, que hoy por hoy no tiene límites.